Toma tu Ágora,

“NOS MARCHAMOS, PERO VOLVEREMOS”.

Fue la despedida del 15-M, cuando las autoridades pusieron fin a las acampadas de la Puerta del Sol

Precisamente el día de San Isidro ya hace dos años, en las calles se animaba una nueva conciencia social. En el kilómetro cero de la capital del Estado acampaban conciencias que confluirían en un movimiento común que conseguiría llegar hasta ahora. Muchas de esas derives han tenido que emigrar para buscarse un futuro fuera de España, ahora la amplía red del 15-M no sólo se limita a España, si no que ha alcanzado a toda Europa. En donde grupos de personas, más numerosos en unas ciudades y más modestos en otras, siguen reivindicando una sociedad que dé prioridad a sus ciudadanos por encima de los intereses del capital y con protesta indignada ante tanto político corrupto que aún sigue amarrado a la teta del país.

Nos marchamos, pero volveremos”. Fue la despedida del Movimiento 15-M, cuando las autoridades pusieron fin a las acampadas de la Puerta del Sol madrileña. Han vuelto, y se concentraron en más de 20 ciudades españolas con lemas similares a los de su nacimiento, contra los partidos y las instituciones, aunque con el complemento de las demandas y las denuncias concretas derivadas de los recortes que han tomado cuerpo en este bienio en España. Durante este periodo la sociedad ha pasado de la indignación a la insurrección, al escrache al sistema económico de Rajoy. Ese fue el lema con el que convocaron a salir a las plazas y a las calles, en las que se apreció esa incorporación de mareas que lideran reivindicaciones sectoriales: de educación, de sanidad, también de afectados por las hipotecas y por la adquisición de preferentes, entre otras. Todas estuvieron presentes ayer en la calle para plantarse ante el gobierno títere de eso que se ha dado por llamar los mercados, un ente abstracto que no tiene rostro.

Los partidos responsables del desaguisado y el Gobierno que nos hundió mas en el cieno, reconocen su influencia, que les ha removido sus conciencias, su programa y su acción. ¿Quién habló de transparencia en los partidos políticos, del cambio de la Ley Electoral, de la Ley Hipotecaria? Resonaban ayer los cabecillas del 15-M. Hace dos años alzaron esos blasones y demandas y por voluntad propia, en unos casos, y a la fuerza en otros, estos han sido temas que han marcado el día a día político desde entonces. El desapego y el rechazo que el movimiento de indignados mostró hacia los políticos se han visto además continuamente avalados por las encuestas de opinión. Los indignados se hicieron eco del malestar de los ciudadanos y regresan cuando la situación ha empeorado dramáticamente y las expectativas de mejora son inexistentes a medio y largo plazo. Regresan cuando hay registrados más de seis millones de parados sin que exista posibilidad de que la situación se suavice en los próximos años. Los datos reflejan así que hay un millón más de desempleados que cuando el movimiento nació y se rebeló contra el Gobierno del PSOE y, de paso, denostó a toda la clase política.

Los manifestantes de ayer mostraban una tendencia más estructurada y con colectivos más centrados en luchas específicas. Es constatable en hechos concretos, que la crisis que vivimos está teniendo un impacto social tremendo. Es lógico y sintomático de la buena salud de nuestras democracias que exista una contestación social a muchas de las medidas políticas que se toman. los manifestantes saben que el Gobierno está cometiendo importantes excesos en la represión de las movilizaciones y los agentes de la Policía a menudo se extralimitan en el uso de material antidisturbios. Por eso, también se han repetido los lemas contra la violencia policial.

Tal vez por ello todas las personas comprometidas con nuestro mundo, deberíamos de tomar conciencia social de la realidad histórica que vivimos; para intentar ordenar nuestras prioridades de Justicia social en un mundo disparatado e injusto para las capas sociales menos favorecidas. Nos jugamos mucho más que un planteamiento ideológico de derechas o izquierdas, mucho más que un concepto efímero de poder, está en juego la dignidad de la persona y su derecho a vivir dignamente.