POLÍTICA COMO NEGOCIO.





EL EJÉRCITO DE MEDIOCRES AL PODER


Según el veterano periodista conservador Luis María Ansón, lo que caracteriza a nuestra clase política no es la corrupción es la mediocridad. "Una buena parte de los políticos se han dedicado a la política como negocio. Cuando uno escucha hablar a algunos políticos, se le cae el alma a los pies. 

Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más aventajados, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros. Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, nos sirven para negar la evidencia. 

Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera mínimos conocimientos sobre política internacional. Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo

Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo trece veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado. Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

UNA MENTIRA SIGUE SIENDO UNA MENTIRA
Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro que sin embargo encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas. Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido fomentado celebrado, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.

Mediocre es un país en donde se permite que exista una localidad como Valdemorillo que consiente pactar un gobierno con el único argumento inteligible de perpetuarse en el poder o hacer caja para mitigar deudas adquiridas con la Hacienda de Todos. Sin que ocurra nada en absoluto, sin que la población burlada, engañada, con el fraude de su voto se plante ante la desvergüenza de los políticos tramposos y sin echarse a la plaza del pueblo solicitando justicia y exigiendo dimisiones fulminantes. 

Mediocre es un pueblo como Valdemorillo, en donde se permite: con un descaro habitual y en plena crisis económica, que la alcaldesa y algunos concejales en el poder, hagan de su servicio” un "sostén" perpetuo. Sin haber demostrado nunca su capacidad de  gestión para gobernar en beneficio del pueblo. En un pueblo sin desarrollo sostenible, que se mantuvo gracias a la burbuja inmobiliaria ahora explotada. 

Mediocre es un país que permite que estos episodios se repitan demasiadas veces sin que sus dirigentes políticos del PP pongan freno a estos desmanes.


Comentarios

  1. Los políticos con más ambiciones no son precisamente aquellos que buscan una concejalía o un cargo que les dé notoriedad. Al contrario, los políticos con la ambición más álgida y mayor inteligencia procuran construir su carrera sobre puestos con poca notoriedad pero con mucho poder, para hacerse con resortes políticos sin tener que sufrir el continuo escrutinio público. Esto es lo que mola a los políticos: poder y anonimato, porque quién es desconocido para el gran público no corre el peligro de quedarse y siempre está en disposición de ascender a las cuotas más altas como una estrella invitada que llega a cerrar la gala por sorpresa. La ambición forma parte de la vida política desde que se organizaron las prístinas comunidades humanas. Es evidente que el deseo de hacerse con un cargo es connatural a la vida de lo que llamamos un “político”. Un gravísimo error es considerar que todos tienen el mismo tipo de ambiciones,

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