EL GENOCIDIO DE IRAK
DIEZ AÑOS DESPUÉS DE UN ESPANTO
Con Irak, el
presidente George Bush y sus adláteres Blair y Aznar cargarán sobre sus
espaldas una responsabilidad que la histórica implacable los posicionará en el
lugar que les corresponde por haberlo invadido. La dura realidad pasó por
muchos miles de muertos y un país dislocado y desesperanzado.
Un general que ocupó durante
cuatro años el más alto mando de las Fuerzas Armadas solía presumir que ninguno
de los miles de militares españoles que en el último cuarto de siglo han
desarrollado misiones en el exterior ha hecho nada de lo que haya que
avergonzarse. Lo decía después de que se conocieran imágenes de marines
norteamericanos excretando sobre cadáveres o soldados alemanes mofándose de
calaveras. Hasta ahora, se ha visto a los militares españoles repartiendo
comida a los niños o curando a civiles en zonas de conflicto.
También, aunque
menos, se les ha visto combatir. Todo eso lo han hecho. En cambio, no se les ha
visto nunca infligir malos tratos a prisioneros. Y muchos preferirían que nunca
se les viera hacerlo. Pero eso no significa que no haya sucedido.
Inicialmente el motivo era
específico: impedir que Saddam Hussein usara armas de destrucción masiva, que
las vendiera a grupos terroristas. Pero en diez años no se hallaron jamás
ninguna de dichas armas, sin un fin a la vista y la guerra
repercutiendo negativamente sobre una sociedad rota. Sin embargo la retorica
cambiante de Bush reflejó los esfuerzos crecientes de su gobierno por vincular
la guerra cada vez más impopular con la lucha global contra el
terrorismo
Para mí siempre ha sido
evidente que lo que calcularon los gobiernos es que a ningún gobierno le había
ido mal después de conseguir una victoria militar. La guerra en Irak iba a ser
corta, la victoria sería absoluta, y el país se mostraría agradecido con su
líder bélico. De ahí la vergonzosa sesión fotográfica en Basora de Tony Blair
rodeado de niños liberados cantando canciones infantiles. Sin embargo, el país
se obstina en mostrarse desagradecido. Nunca llegó a creer que hubiera razones
para entrar en guerra antes de que ésta empezara, y desde que terminó no ha
visto nada que demuestre que su escepticismo estaba fuera de lugar.
¿DE QUÉ SE PODRAN REIR? |
Posteriormente, después de
los años, el presidente Bush se vio obligado a admitir que no había pruebas, ni
contundentes ni de otro tipo, que relacionaran a Sadam con el 11-S. Ni siquiera
el más acérrimo defensor de la guerra se atrevería a afirmar que la guerra ha
hecho disminuir el terrorismo. De hecho, los atentados con bomba y las
emboscadas con minas antipersonal son ahora tan habituales en el propio Irak es
un frente central en la lucha contra el terrorismo, aunque se trata del
mismo país que previamente había ensalzado como el escenario de la victoria
contra el terrorismo.
¿QUE CULPA TENEMOS? |
Antes había una dictadura
autocrática focalizada y localizada, ahora queda algo peor, un país roto en
donde la violencia se encuentra imbricada en el tejido social de un pueblo
desesperanzado
La intervención por motivos
humanitarios sería legal, e incluso obligada, si contara con el apoyo
multilateral del Consejo de Seguridad, pero la autoridad de la ONU también
quedó muy dañada. La guerra resulto un fiasco profundamente perjudicial tanto
para la diplomacia internacional como para la política interna, cada vez se
tiende más a culpar de todo a Bush, Blair y el “si’ señor”. Otros tuvieron la
posibilidad de salvarle de sí mismo. Fueron meticuloso a la hora de dejar que
el Gabinete debatiera el tema de Irak.
No accedieron, un precedente
histórico, a que la ONU votara sobre la guerra antes de enviar a las tropas.
Todos tenemos que aceptar la responsabilidad de la guerra y sus terribles
consecuencias posteriores
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