miércoles, 20 de marzo de 2013

EL GENOCIDIO DE IRAK



DIEZ AÑOS DESPUÉS DE UN ESPANTO



Con Irak, el presidente George Bush y sus adláteres Blair y Aznar cargarán sobre sus espaldas una responsabilidad que la histórica implacable los posicionará en el lugar que les corresponde por haberlo invadido. La dura realidad pasó por muchos miles de muertos y un país dislocado y desesperanzado.

EL ESPANTO A NIÑOS INOCENTES
Un general que ocupó durante cuatro años el más alto mando de las Fuerzas Armadas solía presumir que ninguno de los miles de militares españoles que en el último cuarto de siglo han desarrollado misiones en el exterior ha hecho nada de lo que haya que avergonzarse. Lo decía después de que se conocieran imágenes de marines norteamericanos excretando sobre cadáveres o soldados alemanes mofándose de calaveras. Hasta ahora, se ha visto a los militares españoles repartiendo comida a los niños o curando a civiles en zonas de conflicto. 

También, aunque menos, se les ha visto combatir. Todo eso lo han hecho. En cambio, no se les ha visto nunca infligir malos tratos a prisioneros. Y muchos preferirían que nunca se les viera hacerlo. Pero eso no significa que no haya sucedido.

Inicialmente el motivo era específico: impedir que Saddam Hussein usara armas de destrucción masiva, que las vendiera a grupos terroristas. Pero en diez años no se hallaron jamás ninguna de dichas armas, sin un fin a la vista y la guerra repercutiendo negativamente sobre una sociedad rota. Sin embargo la retorica cambiante de Bush reflejó los esfuerzos crecientes de su gobierno por vincular la guerra cada vez más impopular con la lucha global contra el terrorismo

Para mí siempre ha sido evidente que lo que calcularon los gobiernos es que a ningún gobierno le había ido mal después de conseguir una victoria militar. La guerra en Irak iba a ser corta, la victoria sería absoluta, y el país se mostraría agradecido con su líder bélico. De ahí la vergonzosa sesión fotográfica en Basora de Tony Blair rodeado de niños liberados cantando canciones infantiles. Sin embargo, el país se obstina en mostrarse desagradecido. Nunca llegó a creer que hubiera razones para entrar en guerra antes de que ésta empezara, y desde que terminó no ha visto nada que demuestre que su escepticismo estaba fuera de lugar.

¿DE QUÉ SE PODRAN REIR?
El despliegue de Investigación en Irak no supuso el inicio de la búsqueda de armas de destrucción masiva, sino el abandono de la misma. Su trabajo nunca ha sido encontrar armas verdaderas, sino descubrir pruebas de que Sadam tenía intención de adquirirlas. Precisamente para frustrar esas intenciones, la ONU desarrolló una estrategia de contención, y todo lo que hemos aprendido desde que entramos en Irak ha confirmado el éxito de esa estrategia. También se alegó, sobre todo el presidente Bush, que el ataque a Irak se justificaba como una batalla más en la guerra contra el terrorismo. Donald Rumsfeld solía afirmar que había "pruebas contundentes" de la existencia de un vínculo entre Irak y Al Qaeda. Pero esta justificación también se ha desintegrado. 

Posteriormente, después de los años, el presidente Bush se vio obligado a admitir que no había pruebas, ni contundentes ni de otro tipo, que relacionaran a Sadam con el 11-S. Ni siquiera el más acérrimo defensor de la guerra se atrevería a afirmar que la guerra ha hecho disminuir el terrorismo. De hecho, los atentados con bomba y las emboscadas con minas antipersonal son ahora tan habituales en el propio Irak es un  frente central en la lucha contra el terrorismo, aunque se trata del mismo país que previamente había ensalzado como el escenario de la victoria contra el terrorismo.
¿QUE CULPA TENEMOS?
El Grupo de Investigación en Irak no encontró ningún armamento especial, tampoco agentes químicos, ni agentes biológicos, ni laboratorios de armas, ni sistemas de lanzamiento…. La alacena estaba totalmente vacía.
Antes había una dictadura autocrática focalizada y localizada, ahora queda algo peor, un país roto en donde la violencia se encuentra imbricada en el tejido social de un pueblo desesperanzado


La intervención por motivos humanitarios sería legal, e incluso obligada, si contara con el apoyo multilateral del Consejo de Seguridad, pero la autoridad de la ONU también quedó muy dañada. La guerra resulto un fiasco profundamente perjudicial tanto para la diplomacia internacional como para la política interna, cada vez se tiende más a culpar de todo a Bush, Blair y el “si’ señor”. Otros tuvieron la posibilidad de salvarle de sí mismo. Fueron meticuloso a la hora de dejar que el Gabinete debatiera el tema de Irak.

No accedieron, un precedente histórico, a que la ONU votara sobre la guerra antes de enviar a las tropas. Todos tenemos que aceptar la responsabilidad de la guerra y sus terribles consecuencias posteriores


 


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