Pensamiento y responsabilidad

jueves, 28 de febrero de 2013

CAÍDA DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA ESPAÑOLA





El Gobierno del PP también

ESTÁ GENERANDO LA INEXORABLE CAÍDA DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA ESPAÑOLA.


A la subida de tasas y disminución de becas para el alumnado, hay que sumar los recortes en infraestructuras, proyectos de investigación, ayudas para la formación continua de su personal docente y de administración y servicios.
En suma, es el ataque más grave contra la universidad y su autonomía producida en los últimos tiempos por Gobierno. Todo se ha llevado a cabo por Decreto Ley, sin negociación ni consenso y sin esperar a los resultados de la "comisión de expertos" nombrada por el ministro Wert, a los efectos de detectar problemas y presentar propuestas de mejora para la universidad española.
El ministro justifica estas medidas en la búsqueda de la excelencia,  con  toda una filosofía sobre la universidad española que amplificada por algún que otro rector, se ha extendido por escuelas, facultades y la propia opinión pública. Para ello, se parte de la consabida tesis de la ineficiencia del sector público y de sus mecanismos propios de funcionamiento; por ejemplo, se descalifica la forma de selección del profesorado universitario, se critica la presencia de los sindicatos en este foro y se llega a cuestionar incluso la elección del rector por la propia comunidad universitaria.
Se nos critica a quienes allí desarrollamos nuestra labor profesional. Dado que la mayoría somos funcionarios, empleados públicos, se nos aplica al pie de la letra los calificativos de: vagos, privilegiados y acomodados. Traducido en términos universitarios, que damos pocas clases, que no formamos buenos profesionales, que no publicamos en prestigiosas editoriales y revistas internacionales y que somos una rémora para una futura universidad de calidad.
El ministro invoca como prueba  los rankings que muestran la ausencia de centros españoles entre las cien mejores universidades del mundo. Sobre la validez de estos rankings y de los intereses de quienes los hacen, hay serias y acreditadas dudas. En cualquier caso, y dejando al margen esta polémica, lo que muestran con claridad es la relación directa entre la posición en la lista y el porcentaje del PIB que cada país dedica a investigación y desarrollo.
De esas cien universidades la inmensa pertenece a países que dedican entre el 2,3% y el 3% de su PIB a investigación y desarrollo, mientras que España se encuentra en el 1,3% y bajando (datos del Instituto Nacional de Estadística). El desprecio que al ministro Wert le merece este dato demuestra su profundo desconocimiento de la universidad española y sus mecanismos de financiación.
A cambio, se prefiere colocar al profesorado en el punto de mira. Se le reducen los salarios, las pagas, los incentivos y los recursos para la investigación y la docencia. Esta situación se ve agravada por la implantación del Plan Bolonia, que ha supuesto un cambio radical tanto en la organización de las enseñanzas como en la propia metodología docente. Conviene recordar que este plan se había puesto en marcha no hace tantos años por el entonces Gobierno socialista. Y que se hizo "a coste cero", eufemismo utilizado para decir de forma suave que no se iban a dedicar más recursos para ello que aquellos con los que ya contaban las universidades.
Con independencia de la valoración que merezca esta nueva organización de las enseñanzas universitarias, justo es reconocer que solo se ha podido poner en marcha gracias al esfuerzo y buen hacer de esos vagos, acomodados y privilegiados empleados públicos que trabajan en las universidades. Sin embargo el PP aduce que la mejor forma de mejorar la calidad universitaria es reducir sus recursos. Para ello, además de las medidas señaladas líneas atrás, dirige su atención sobre el profesorado en formación, es decir, aquel que todavía no ha accedido a la categoría "maldita" de permanente, bien por la vía funcionarial bien por la laboral. El Ministerio que dirige Wert ha ordenado la paralización de la oferta de plazas de profesorado, amenazando incluso con recurrir a los tribunales y denunciar a las universidades que osen convocar concursos. Con ello se impide la promoción de los que ya han agotado, con éxito, su período de formación y que se encuentran a la espera de acceder a la condición de profesorado permanente.
El colectivo de docentes, oscila entre los 35 y 45 años, que después de terminar su tesis accedieron a una beca postdoctoral o a un contrato de profesor ayudante. Para ello tuvieron que formarse en idiomas, realizar estancias de investigación en el extranjero (con escasos recursos y ayudas), publicar libros y artículos en los que mostrar a la comunidad científica los resultados de su investigación, concurrir a convocatorias competitivas para obtener proyectos de investigación, aprender las nuevas técnicas de metodología y ser evaluados periódicamente en su trabajo por agencias estatales y regionales según criterios y estándares de "excelencia internacional".
Por cierto, cualquiera que haya pasado un mínimo período en una universidad estadounidense sabe que la importancia que allí prestan a la docencia es mucho mayor que la que están dispuestos a concederle aquí los profetas de la excelencia.
En suma, estamos ante un paso más en el desmantelamiento de otro de los servicios públicos a través de una estrategia de sobra conocida. Descapitalizarlos para después privatizarlos. La sanidad, la educación pública no universitaria y ahora la universitaria.

1 comentario:

  1. Quieren desmantelar la universidad pública y que vuelva a ser como la de los años 60: elitista”.
    El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, aprobó la creación de una comisión de expertos que estudiará las posibles medidas a tomar para terminar con las “ineficiencias” de la universidad,
    “La masificación de las aulas, la subida de tasas año tras año, los precios públicos que no son tan públicos o la falta de material para las prácticas son algunos de esos problemas”. También la implantación del plan Bolonia como una de las deficiencias del sistema, porque “no ha contado con la inversión suficiente para poder llevar a cabo el cambio metodológico necesario”.

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