lunes, 31 de diciembre de 2012

El desplome de la inversión en vivienda es un factor esencial para entender la dinámica y profundidad de la crisis



Desde el primer trimestre de 2010, cuando el PIB volvió a mostrar tasas positivas, hasta el tercer trimestre de 2011, la actividad apenas se ha recuperado en términos acumulados en 1 pp. La lentitud de la recuperación está siendo el resultado de la continuación del proceso de digestión de los desequilibrios desarrollados en la fase expansiva, que ha supuesto que la inversión residencial siga contrayéndose y que el consumo privado se encuentre estancado.

El desplome de la inversión en vivienda es un factor esencial para entender la dinámica y profundidad de la crisis. La inversión en vivienda, que había tenido una expansión muy intensa en el período de auge, hasta sobrepasar el 12% del PIB, ha recortado su peso en el PIB hasta menos del 7% en 2011, por debajo de su mínimo anterior, trayectoria que aún no ha concluido

La inversión en construcción en España aumentó su peso en el PIB desde el 15% en 1998 al 22% en 2007, pero más del 70% de ese incremento se debió a la inversión en vivienda. No es fácil establecer una referencia sobre el nivel apropiado de la ratio de inversión en vivienda sobre el PIB. En España, además, dado el peso del sector turístico y la frecuente adquisición de segundas residencias tanto por no residentes como por nacionales, la construcción residencial podría mostrar un peso algo superior al de la mayor parte de países de nuestro entorno


Por su parte, se ha comprobado que la fuerte volatilidad de la inversión residencial y de los precios de la vivienda puede generar, bajo determinadas circunstancias, implicaciones cíclicas muy negativas, por lo que, para mantener un grado adecuado de estabilidad macroeconómica, es necesario realizar un seguimiento estricto de la evolución del mercado inmobiliario y de los recursos reales y financieros que se dedican a la inversión en vivienda, y utilizar los instrumentos disponibles al alcance de las autoridades para limitar la dinámica expansiva del ciclo residencial.

El caso español muestra, además, las dificultades para digerir los procesos de apalancamiento de empresas y familias, fuertemente ligados a las actividades inmobiliarias, lo que, a su vez, tiene efectos negativos sobre los balances bancarios y, en general, sobre las condiciones de financiación en las que la economía debe desenvolverse.


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