El desplome de la inversión en vivienda es un factor esencial para entender la dinámica y profundidad de la crisis
Desde
el primer trimestre de 2010, cuando el PIB volvió a mostrar tasas positivas,
hasta el tercer trimestre de 2011, la actividad apenas se ha recuperado en
términos acumulados en 1 pp. La lentitud de la recuperación está siendo el
resultado de la continuación del proceso de digestión de los desequilibrios
desarrollados en la fase expansiva, que ha supuesto que la inversión
residencial siga contrayéndose y que el consumo privado se encuentre estancado.
El
desplome de la inversión en vivienda es un factor esencial para entender la dinámica
y profundidad de la crisis. La inversión en vivienda, que había tenido una expansión
muy intensa en el período de auge, hasta sobrepasar el 12% del PIB, ha recortado
su peso en el PIB hasta menos del 7% en 2011, por debajo de su mínimo anterior,
trayectoria que aún no ha concluido
La inversión en construcción en España
aumentó su peso en el PIB desde el 15% en 1998 al 22% en 2007, pero más del 70%
de ese incremento se debió a la inversión en vivienda. No es fácil establecer
una referencia sobre el nivel apropiado de la ratio de inversión en vivienda sobre
el PIB. En España, además, dado el peso del sector turístico y la frecuente adquisición
de segundas residencias tanto por no residentes como por nacionales, la construcción
residencial podría mostrar un peso algo superior al de la mayor parte de países
de nuestro entorno
Por su parte, se ha comprobado que la
fuerte volatilidad de la inversión residencial y de los precios de la vivienda
puede generar, bajo determinadas circunstancias, implicaciones cíclicas muy
negativas, por lo que, para mantener un grado adecuado de estabilidad
macroeconómica, es necesario realizar un seguimiento estricto de la evolución del
mercado inmobiliario y de los recursos reales y financieros que se dedican a la
inversión en vivienda, y utilizar los instrumentos disponibles al alcance de
las autoridades para limitar la dinámica expansiva del ciclo residencial.
El
caso español muestra, además, las dificultades para digerir los procesos de
apalancamiento de empresas y familias, fuertemente ligados a las actividades
inmobiliarias, lo que, a su vez, tiene efectos negativos sobre los balances
bancarios y, en general, sobre las condiciones de financiación en las que la
economía debe desenvolverse.
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