lunes, 29 de junio de 2015

Ante el tema griego.






Decía Gandhi, No hay peor violencia que obligar a  morir de hambre.
Cuando expulsaron de Atenas por falsificar moneda a Diógenes de Sinope, él se defendió alegando que únicamente había hecho lo que el oráculo le había aconsejado. “vosotros me condenáis a irme de Atenas, y yo os condeno a vosotros a que os quedéis”.

El discurso del presidente griego dado a su nación empezaba así: Desde hace ya seis meses, el gobierno griego ha estado librando una batalla en condiciones de asfixia económica sin precedentes, con el fin de implementar el mandato que el pueblo nos legó el 25 de enero. El objetivo por el que estábamos negociando era poner fin a la austeridad, y permitir así que la prosperidad y la justicia social regresaran a nuestro país. 

Grecia debería abandonar Europa, el euro y todo el lastre que la está hundiendo y comenzar una larga y dolorosa travesía por el desierto de final tan incierto como esperanzador. Debe decidir si prefiere someterse a las condiciones de los gestores de los acreedores o romper las exigencias y comenzar en solitario una andadura llena de dificultades y penurias. Pero en cualquier caso, el apoderado habrá cumplido con rigor y profesionalidad y los ciudadanos griegos se harán responsables de su destino. Desde luego resulta pasional romper las normas y apearse del tren europeo. Lo pragmático pudiera ser seguir viaje en él, aun rindiéndose a las humillantes condiciones de los acreedores. Como ya hemos indicado, sí decide bajarte, le espera una vida severísima, pero que será suya. Si concluye continuar, el viaje presentará nuevos y graves obstáculos y su vida ya no será autónoma.  Si se baja del tren, posiblemente otros viajeros, también decidieran bajarse, entoces sí se generaria un grave problema y el tren podría descarrilar.

Si Grecia se aviene, todo seguirá igual.  La izquierda podrá comenzar a hacer camino al andar, aunque los griegos vayan descalzos. Pero de una vez por todas habremos salido de esta angustia de Europa y sus inhumanos rectores e insolidarios países.

Entonces Syriza deberia avisar a los países ricos de Europa: si nos salimos será con todas las consecuencias, vamos a nacionalizar la miseria. Toda la miseria. Ya que nos obligan a vivir como hace  décadas.... y hay que demostrarles que la jugada llevada más allá de ciertos límites tiene consecuencias. Funestas también para ellos.

miércoles, 17 de junio de 2015

Cada vez más personas lo viven en carne propia



Nacer es migrar, como también lo es morir.
¿Para qué tantos afanes y estupideces, tanta violencia en el permanente movimiento migratorio de una humanidad que siempre ha estado en marcha y que, a pesar de cualquier resistencia, así seguirá en busca de mejores condiciones de vida?

Migró el pueblo de Israel desde la esclavitud de Egipto hacia la tierra prometida. Migración larga y penosa que los llevó a extrañar el tiempo donde “se sentaban frente a las ollas de carne y comían pan hasta saciarse” (Ex 16,3). ¡Cuántas veces nos pesa tanto la libertad que preferimos una cierta dosis de esclavitud con tal de sentir seguridad!

Cada vez más personas en todos los continentes lo viven en carne propia. Cada vez son más las personas expulsadas de sus países por el hambre, la falta de trabajo, la violencia, la guerra y la inseguridad. Cruzan mares, montañas y desiertos para golpear la puerta de los países desarrollados donde se enfrentan al rostro cruel de la falta de solidaridad; al sentimiento permanente de ser inadecuados, de no pertenecer a nada ni a nadie. El fenómeno de la migración nos pone delante de desafíos tanto a los migrantes como a quienes los reciben. En un mundo globalizado este desafío se ha convertido en algo para tomar muy en serio si queremos vivir en paz. Saltar barreras culturales, raciales y religiosas puede no ser fácil, pero es la única manera de convivir. Y no hablamos aquí sólo de tolerancia, sino de aceptación. El desafío es ver al migrante que vive y trabaja en mi comunidad como un ciudadano de derecho pleno y luchar junto a ellos para que estos derechos se respeten.

Algún día las fronteras caerán en señal de bienvenida universal pero aún falta mucho para eso, la evolución humana ha de abrirse a otra forma de entender y acoger. Falta sobre todo que nos abramos a una forma más humana de mirar al otro que nos lleve, no solamente a recibirlo, sino a acogerlo como uno más de la familia. La familia humana. Pero la hipocresía campea a sus anchas mirando hacia otro lado y manipulando a través de los medios de comunicación. Los países que se ufanan de ser paladines de los derechos democráticos y de haber llegado a logros legislativos como la Declaración Universal de Derechos Humanos, o la creación de la ONU y otros organismos cuya razón de ser es que el ser humano sea respetado por su propia dignidad innegociable… mientras, se construyen barreras económicas, vallas metálicas, se esquilman recursos humanos de países empobrecidos y se provocan guerras que exilian de sus propias vidas a miles de personas.
Desde la vieja Europa, los países que tienen sus costas bañadas por el bello Mar Mediterráneo, asistimos al espectáculo lamentable y doloroso de verlo convertido en cementerio acuático: miles de personas vienen de Siria, Libia, de los países de África subsahariana y tantos otros; huyen de guerras, de la desestabilización de sus países, de la falta de trabajo, de la corrupción política que mina el desarrollo. Mientras la Unión Europea va poniendo parches sin llegar al meollo de la injusticia que causa todo esto. Habrá que sentarse desde una plataforma mundial, sin vetos, para ahondar en las causas de la injusticia que provoca los movimientos migratorios y la pérdida de derechos como seres humanos de tantos hermanos en movimiento.


  U n socialista, no debería estar de acuerdo con el pacto entre socialistas en Cataluña. Cada persona mira a través de un cristal de di...