Grandes potencias y…

DICTADURAS TENUES
Putin y Trump insisten en que la verdad está en lo que ellos dicen, aunque un día sea una cosa y otro día sea otra. No hay debate posible
A primeros de agosto de 1999 el presidente de la nueva Rusia, Boris Yeltsin llamó a su despacho a: Vladimir Putin para informarle que sería nombrado primer ministro de la nueva Rusia.
Entonces la antigua Unión Soviética llevaba algún tiempo con una postura política claramente indefinida, mientras Clinton todavía mandaba en la Casa Blanca, Chirac, en el Eliseo, Blair en Downing Street y Jiang Zemin estaba al frente de un gigante llamado China del que decían que conquistaría el mundo en el siglo XXI.
Putin ha demostrado ser un buen activo electoral, aunque siguen sin gustarle los mítines. El problema es que, a día de hoy, y con la fecha de caducidad constitucional asomando en cuatro años, el poder no tiene otro exponente que él mismo. Putin llegó como un reformista prometiendo poner orden. Su misión histórica ha sido devolver la dignidad a un país tras la Guerra Fría. Pero las aventuras de EEUU en Afganistán, Irak o Libia y las convulsiones en Ucrania (que considera urdidas por Washington) le decepcionaron hasta colocarlo en rumbo de colisión con Occidente. Putin ha logrado simplificar el presente ruso, pero el futuro se antoja muy complicado para un recién llegado.
Hace unos días he leído en la Vanguardia que Peter Pomerantsev, escritor ruso de familia judía, afincado en Londres que escribía El mundo entero será como Rusia: una dictadura sutil”. Se encamina hacia lo que Rusia ha prefigurado: una apariencia democrática de pluralismo, que es sólo una máscara vacía. Debajo no hay división de poderes y la sociedad civil está desmotivada. Putin y Trump insisten en que la verdad es lo que ellos dicen, aunque un día sea una cosa y otro día sea otra. No hay debate posible. La propaganda dice que los promotores de las protestas son agentes del Kremlin... Y eso desmotiva. Sienten que todo está podrido, los jóvenes no tienen fe en el futuro... y se acogen a lo único seguro: Putin. Precisamente él les señala como cabeza de turco para redirigir la rabia social. En el pasado fueron los judíos, pero hoy funciona mejor que paguen los homosexuales. Porque son débiles. Sale baratísimo machacarles. ¡Ideal para el mandamás! Tras la homofobia rusa no busques un discurso religioso o moral, sólo hay lógica carcelaria. El fuerte sodomiza al débil. ¡La lógica carcelaria es la ley verdadera en Rusia! El ruso siente que lo único sólido, estructurado, imperecedero, desde el gulag de los zares y el gulag soviético hasta hoy... es la ley de la cárcel: ahí está todo claro. Veo hacia dónde camina el mundo pos comunista, pos capitalista, pos moderno: gobernantes autoritarios que se dicen tribunos del pueblo. Hazte a la idea de que el mundo entero será un día como es hoy Rusia, una dictadura sutil, un teatro gigante.
Después de conocer aquello de la influencia rusa sobre la elección de Donald Trump y que el presidente Unidos es jefe de Estado y de Gobierno a la vez. También comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. El presidente de los Estados Unidos concentra mucho poder, la Constitución de EE. UU. El presidente puede nombrar a los miembros de su Gabinete, pero el Senado debe ratificar en su cargo, con una mayoría simple, a cada uno de los ministros. El mandatario también propone a jueces para la Corte Suprema. Sin embargo, es necesario que 60 de los 100 senadores (una mayoría de tres quintos) aprueben la nominación. Puesto que, en el caso de leyes polémicas, la Corte Suprema muchas veces tiene la última palabra y el cargo de los jueces de este órgano es de por vida, con la elección de un candidato, el presidente puede influir en la política, incluso más allá de su mandato. Si a todo esto unimos el control de Trump sobre los medios de comunicación lo mismo que Putin comienzo a vislumbrar sobre el futuro un panorama que me gusta muy poco y que además se alimenta con el enorme poderío técnico y económico de la nueva China
En los Países Bajos, Suecia, Finlandia, o Reino Unido, sus respectivos gobiernos ya han iniciado procesos que requieren de la participación activa de los agentes sociales. Esto implica en primer lugar que los gobiernos deben admitir que tienen problemas que no saben cómo afrontar y, en segundo lugar, que la ciudadanía debe comprender y comprometerse, que el gobierno no tiene respuestas para todo, y que por lo tanto hay una necesidad de participación activa, lo cual no es un requisito baladí.
El futuro sólo será como nosotros queramos que sea, y por ello, tenemos un rol fundamental a la hora de moldear la misión que queremos. Porqué dada la ausencia de propuestas serias y rigurosas sobre aspectos que van a marcar nuestro futuro como sociedad en temas tan trascendentales como el medio ambiente, la educación, la innovación, el empleo, la economía o las pensiones, creo que no estaría de más comenzar a plantearnos cómo queremos vivir en el futuro para así poder tener una base sólida sobre la cual preguntarnos si efectivamente, nuestros representantes políticos están capacitados en poder llevarnos sólo hacia dónde queremos ir.

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