Pensamiento y responsabilidad

sábado, 10 de agosto de 2019

La democracia ha quedado reducida a una relativa libertad de expresión

  1. Y urnas, cada cuatro años, para elegir solo, a quien escogió el partido.

Hoy me he levantado con el paso cambiado y después de leer el periódico he vuelto a sentir lo advertido en otras ocasiones, acordándome de lo que opinaba el profesor Aranguren respecto de las noticias de cada día. Aranguren decía que detrás de cada noticia hay un mensaje subliminal que hay que descubrir. Desde luego esto decía el ilustre pensador en un tiempo de dictadura, cuando resultaba necesario “tentarse la ropa” para no tener problemas serios.

Pero ahora, teóricamente, vivimos en democracia, una democracia marcada por el capital económico pero que de una manera u otra es la constante de nuestro mundo capitalista. Un poder económico inquieto por un casi imposible pacto PSOE-Podemos. El capital está permanentemente interesado en un pacto PSOE con Ciudadanos, a pesar que las noticias lo presentan como complicado.

Como he dicho anteriormente, me siento pesimista y en contra de todos aquellos políticos que han corrompido la sociedad, degradado la democracia. El objetivo final es cambiar un sistema que ha dejado de ser democrático y se ha convertido en injusto por culpa del monopolio del poder que ejercen los partidos. La democracia ha sido sustituida por una “oligocracia” y los ciudadanos han sido expulsados de los procesos de toma de decisiones. Tras haberse apropiado del Estado y de todos sus recursos, los ciudadanos no pueden cambiar el sistema, pero sí hacer más incómoda la vida de los políticos.

Muchas propuestas de la Unión Europea, entre ellas la de dotarse de una Constitución común, fueron torpedeados por los ciudadanos, que votaron en contra de lo que ya habían aprobado sus respectivos parlamentos, demostrando así que existe un divorcio profundo entre la casta política y la ciudadanía. Ese divorcio entre ciudadanos y políticos, convertido ya en un enfrentamiento agrio, es el rasgo más importante en la política mundial en los comienzos del siglo XXI.

En España, uno de los países del mundo donde los estragos causados por los malos gobernantes han sido más incorpora bles. Muchos dirigentes de la derecha y de la izquierda española padecen un claro rechazo ciudadano y un creciente vilipendio por sus implicaciones en corrupciones, nepotismo, enriquecimientos ilícitos y otras tropelías y canalladas políticas.

La democracia ha quedado reducida a una inherente libertad de expresión y a una peregrinación cuidada a las urnas, cada cuatro años, para elegir a gente que ya ha sido elegida antes por los partidos políticos, toda una farsa obscena que los ciudadanos ya no quieren soportar más. La estadística dice que las filas de los descontentos, dispuestos a vengarse de la casta política, crece cada día con la incorporación de cientos de miles de nuevos ciudadanos indignados y enfurecidos contra los ineptos que les mal gobiernan y que se han olvidado del bien común para convertirse en acaparadores de poder y privilegios.



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