La felicidad es un trayecto, no un destino.
Lo pasado ha huido, lo que esperas está
ausente, pero el presente es tuyo.
Aprende que lo más importante es que creas
en ti y si haces algo no esperes nada
a cambio, hazlo porque te apetece. Date cuenta de tu paz interior, esa que tenemos alojada en
nuestra alma desde que nacimos y es nuestro regalo como humano, único y
extraordinario.
Vivimos
en una trampa permanente. Cuantas
veces esperamos a tiempos mejores para hacer realidad un sueño. Nos sentimos frustrados de que
los hijos no son lo suficientemente grandes y pensamos que vamos a ser felices
cuando lo sean. Después de esto renegamos porque están en la “edad del pavo” y son
difíciles de tratar. Ciertamente vamos a ser más felices cuando salgan de esta
etapa. Nos decimos que nuestra vida va a estar completa cuando a nuestro marido
o mujer le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche o una mejor casa, cuando
nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos jubilados… Pero
entonces caemos en la cuenta que nos queda menos años de vida, que los hijos
volaron. Nuestros amigos son mayores y alguno desapareció.
La verdad es que no hay mejor
momento para ser felices que AHORA. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida
siempre va a estar llena de desafíos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices
de todas formas.
El la fábula de La lechera Samaniego escribía: “No seas ambiciosa de mejor o más próspera
fortuna; que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles
impaciente el bien futuro: mira que ni el presente está seguro”.
Escribió
D'Souza: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida
estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había algún
obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar,
tiempo por pasar, una deuda por pagar, entonces la vida comenzaría. Hasta que
me di cuenta que los obstáculos eran Mi Vida”.
Guarda cada momento que tengas, y
guárdalo cuando lo compartas con “alguien” especial, lo suficientemente
especial para compartir tu tiempo, y acuérdate que el tiempo no espera a nadie…
Deja de esperar, hasta que te des cuenta, hasta que bajes diez kilos, hasta que
tengas hijos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta
que te separes, hasta el viernes a la noche o el domingo a la mañana. Hasta la
primavera, el verano, el otoño o el invierno… o hasta que te mueras, para
decidir que no hay mejor momento que AHORA para ser feliz… Por eso: “trabaja como si no necesitaras el dinero, ama como si nunca te hubieran
herido, y baila como si nadie te estuviera viendo…”
Actúa
de manera sencilla ante la vida y libera la conciencia de ilusiones
o promesas eternas y
lo que su sentir puede generar. Toma conciencia de la energía que consumes
para verte en la situación futura y solo cuando dejas de esperar tu vida
cambia. Cuando tomas esta decisión tu corazón respira aliviado y comienza
a ser verdaderamente. Nos centramos en el cómo tenemos que vivir, sin darnos cuenta, nos
condicionamos y no vivimos. Decide
detener los pensamientos futuros acerca de tu persona. Decide dejar de crear expectativas y vivir en ellas continuamente…
Céntrate solo en lo que suceda a cada momento y disfrútalo, en lugar de estar esperando.
Descubre, entonces, que la vida cambia cuando dejar de esperar y empiezas a
vivir.
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