Cuando “no seamos”, el dinero no nos sirve
La pobreza no viene por la disminución de las
riquezas, sino por la multiplicación de los deseos.
Platón
La verdadera madurez se consigue cambiando
los placeres
inmediatos por valores a largo plazo. Sin
afanarse en aumentar los bienes, sino en disminuir la codicia. Quien cambia la felicidad
por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad.
El
dinero, una vez que desaparecemos no nos sirve para nada y puede ser una trampa
de nuestra sociedad que nos aleja de otros valores de la vida. El dinero
contribuye a ser felices, también puede ayudar a lo contrario.
Ayer
tarde en una velada con buenos amigos, se puso sobre la mesa varios puntos de reflexión,
uno de ellos pasaba por el alto valor que la sociedad había dando al dinero. Mi
argumento, partía de la necesidad de vivir solamente con el que contribuya a
nuestra felicidad. El dinero una vez que desaparecemos no nos sirve para nada y
puede ser una trampa de nuestra sociedad de consumo que nos aleja de otros
valores de la vida.
Este
argumento me llevo a reflexionar sobre él y dependen siempre de las personas que
les asigne un valor. ¿Cómo se puede decir que las cosas son valiosas, si no
conocemos su esencia o naturaleza? El valor es una condición que otorgamos
nosotros en el tiempo fruto de diferentes circunstancias o intereses sentimentales, psicológicos, materiales o sociales lo que
implica una relación a dos: el que valora, y lo valorado.
El
dinero se ha hecho imprescindible por el desarrollo de la actividad económica en
el transcurso del tiempo y ha llegado a considerarse de enorme importancia para
las decisiones de consumo en el ámbito social. En donde se ha hecho indispensable
para adquirir todo lo dicen que nos hará felices, además de contribuir a que
nos consideren personas dignas de recibir buen trato.
Hemos
hecho al dinero motor de felicidad, cuando su consecución discurre por otros parámetros.
Hemos fabricado la frase que “el dinero
no hace la felicidad pero ayuda”. Efectivamente el dinero, también nos
puede ayudar a ser desgraciados. No siempre el poder del dinero contribuye a
ser felices, también puede ayudar a todo lo contrario y por tanto habrá que
buscar la felicidad en otros parámetros o en nosotros mismos.
Desde
luego, no hay nada de malo en querer tener un nivel de ingresos que nos permita
vivir con comodidad y decoro. Pero no podemos olvidarnos de que el dinero también
nos puede hacer desgraciados. Hay familias que se odian por el dinero; hay
personas que se matan por el dinero; hay parejas que se destrozan y destrozan a
los hijos por el dinero, hay negocios ilícitos que prosperan por el dinero hay corrupción
en torno al poder del dinero.
Si
solo con dinero pensamos asegurar un buen futuro a nuestros hijos: ¿No les estamos
implicando durante ese proceso? ¿El dinero logra sacrificar cualquier cosa,
incluida la familia, para adquirirlo? ¿Solamente el dinero da poder y prestigio
y compra una alta posición en la sociedad o es una credencial para salir de
cualquier problema?
Si
miramos a las civilizaciones más importantes de la historia vemos que: se los
valores de una cultura se reflejan en sus ciudades, los edificios más
prominentes y alrededor de los cuales giraba la sociedad eran los templos y los
centros gubernamentales… pero hoy los más imponentes son los edificios sede de
las grandes corporaciones. Una cultura eminentemente capitalista centrada en el
consumismo solo les convienes a los negociantes.
Recordemos
que lo que es de verdad valioso para los seres humanos son: el aire el agua, el
amor, el alimento, las relaciones sociales, cualquier creencia positiva y que se
construye alrededor de tales principios. Casi ninguna de ellas se puede
adquirir únicamente con dinero. El simple materialismo económico nos ha
posicionado en una sociedad muy desarrollada y materialista e insolidaria, que
se aleja de las razones del espíritu sin contribuir a la consecución de la Felicidad.
De aquel que
opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será
capaz de hacer cualquier cosa por dinero. Benjamín Franklin
[Poderoso caballero... Letrilla] [Grabación sonora] / Francisco de Quevedo
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