¡Quieto todo el mundo!



Se cumplen 35 años del famoso "¡quieto todo el mundo!" del Teniente Coronel Antonio Tejero.
“¡Alto! ¡Todo el mundo quieto! ¡Quieto todo el mundo!… ¡Silencio! ¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Al suelo todo el mundo! ¡Todo el mundo al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo!”. Tal vez las imágenes más conocidas de la transición democrática española: las de la entrada en el Congreso de los diputados, del teniente coronel Tejero al mando de un grupo de guardias civiles, en mitad de la votación (segunda) del candidato a la presidencia del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, tras la dimisión de Suárez unas semanas antes.
¡Quieto todo el mundo!, decía aquella marioneta manejada desde el interior de despachos y que no sabremos su génesis ninguno de los que la vivimos. Con un objetivo concreto y muy claro: la consolidación de la Democracia y el camino abierto para llevar a cabo todas las tropelías que conocemos. Libertad, sí, libertad, pero para hacer lo que les vino en gana mientras la población soñaba con alcanzar aquel estado de derechos, de bienestar y de justicia, a la vez que, sin saberlo, estaba maniatada y dirigida.
La ciudadanía tenía la vista mirando a un horizonte que era bien distinto del que observaban ellos. Ellos tenían la vista puesta en planes que les salieron a las mil maravillas, muy lejanos, en dirección contraria de lo que la gente soñaba. Y continuaría así en el tiempo. Hasta el día de hoy. Y ahora más que nunca. Supieron dar muchos golpes de estado a base de leyes retrógradas y represoras. Supieron mantener aquello y sostenerlo sobre la política del miedo que tan bien les funcionó.
Allá en donde no alcanzan a gobernar, sacan a sus tropas a las calles para destronar a quienes lograron sus metas a través de las urnas. Sus sindicatos funcionan muy bien desde la sombra y capaces de movilizar manipulando. Presiones de todo tipo para desbancar, para acabar con aquellos que intentan instaurar la Democracia, que pretenden alcanzar la igualdad, que tienen como meta proteger a los más débiles de los voraces que a la vez les montan saraos para recuperar lo que creen que es suyo y de nadie más. Son así y no es descabellado pensar que se alegrarían de que alguien cogiera las armas y diera un nuevo golpe de estado, esta vez sí, de los de verdad y les facilitara el poder. Se verían en su auténtica salsa y alcanzarían los mejores de sus sueños.
El nuevo golpe de estado está en poner freno a las mayorías. Contra toda naturaleza, contra cualquier sueño de Democracia auténtica. Y ahí están, discutiendo, enfrentándose, dividiendo. Seguimos sin entender nada. El término medio no existe, no quieren que exista. Acabarán vendiéndolo como tal. Ya conocemos esa táctica. Pero no dejará de ser un asalto a la Democracia, un atentando a todo sueño de cambio y de regeneración. El 23-F se prolongará en el tiempo, esta vez disfrazado de IBEX-35, Troika. FMI. BCE y neo-liberalismo. Dinero en lugar de pistolas, escopetas y metralletas. Lobos disfrazados de corderos erigiéndose en demócratas por el cambio.

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