Es el fantasma de su propio vacío.



EL ASUNTO CATALÁN
Los catalanes tienen derecho a ser tomados en serio. Porque afecta de forma íntima a la vida de la gente con consecuencias económicas, sociales y políticas.
La cuestión se agita en un momento de debilidad institucional con unos dirigentes sin fuerza para tomar decisiones. En España debería haber elecciones anticipadas de forma inmediata ya Mariano Rajoy no es la persona indicada para gestionar la cuestión catalana. Durante muchos meses no ha dicho nada, no puede decir nada. La presión política le ha obligado a convocar una rueda de prensa. Pero no puede decir nada nuevo para quitar importancia a la movilización cívica que se produjo en Cataluña el 9 de noviembre.
Se pueden hacerse muchas conjeturas sobre el independentismo catalán, de las tácticas y las coyunturas, de las mentiras y las verdades. Pero la situación al final es que  resulta muy difícil para una convivencia democrática para negarle a la gente su derecho a decidir en las urnas. Además la situación política y social actual corre a favor de los independentistas. Tal vez por eso el dialogo con los catalanes necesitaría una voz que representase el respeto a Cataluña. Mariano Rajoy es uno de los máximos responsables de una política basada en ofender en bloque a catalán para ganar votos en Madrid. El diálogo con Catalunya necesitaría tener presencia en Catalunya. Mariano Rajoy es responsable también de la fragilidad del PP en Cataluña y del surgimiento de fuerzas españolistas conservadoras al margen de su partido. Necesitaría proyectos alternativos, maneras de formular una política no centralista, ideas para reformar la Constitución. Mariano Rajoy es el máximo responsable de un proceso de recentralización con fines ideológicos ya que la liquidación del Estado del bienestar ha provocado de forma inevitable un proceso de deterioro autonómico.
El diálogo con Cataluña necesitaría ilusiones colectivas de carácter político y social y Mariano Rajoy representa a un partido que ha trabajado mucho para deteriorar la vida laboral y económica de los ciudadanos en favor de élites especulativas que no conocen patria. El diálogo necesitaría un Gobierno con prestigio político, alejado de las sombras de la corrupción. Mariano Rajoy es, con sus mensajes al tesorero Bárcenas, con su caja B, sus sobresueldos y sus pagos en dinero negro, con sus mentiras ante el Parlamento, la cabeza visible de la corrupción española. Representa a un país sin prestigio nacional e internacional.
Mariano Rajoy está quieto, porque no puede hacer ni decir nada. Las elecciones anticipadas son un requisito imprescindible para abordar cualquier problema en España. Y, sin embargo, Mariano Rajoy no puede convocar elecciones. Es el fantasma de su propio vacío.

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