obispos, en España, están cometiendo el mayor escándalo de los últimos tiempos
LOS CRISTIANOS DE BASE ANTE EL 50 ANIVERSARIO DEL CONCILIO VATICANO II
LA CRISIS HA SIDO PROVOCADA POR LA FALTA DE ÉTICA Y LA DESVERGÜENZA. CREO FIRMEMENTE QUE LOS OBISPOS, EN ESPAÑA, ESTÁN COMETIENDO EL MAYOR ESCÁNDALO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS CON LOS TEMAS DE CORRUPCIÓN POLÍTICA
Callarse o hacer declaraciones tibias en esta situación es el peor pecado
de omisión que ahora mismo se puede cometer. Estamos ante un escándalo que
clama al cielo.
Después de cuatro años lamentándonos de la crisis
económica, creo que hay un factor fundamental de este dramático problema, que,
a nuestro juicio, no se ha valorado aún debidamente en su justa dimensión y en
sus consecuencias, y sin el cual la crisis no tendrá remedio. Dicho factor
consiste en que la
crisis ha sido provocada, no sólo por la economía, sino, como
componente muy decisivo, por la corrupción. Los desastres que está causando han
sido motivados por el dinero y el capital, pero también, y quizá en mayor
medida, por la falta de ética y la desvergüenza
de quienes han tenido la mayor responsabilidad en este desastre. Con razón se
ha dicho que las creencias sociales se diferencian de las ciencias exactas en
que las convicciones afectan a la realidad. Nuestra realidad social y humana
está tan deteriorada porque ha nacido de convicciones perversas. Sobre todo, la
convicción de que lo que importa en la vida es el lucro y la ganancia, el
disfrute y el derroche, sin reparar en los medios ilícitos con los que eso se
ha conseguido por personas y grupos influyentes, concretamente en el tejido
social de nuestro país.
Creo firmemente que los obispos, en España, están cometiendo el mayor escándalo
de los últimos tiempos con los temas de corrupción política que
tanto nos están escandalizando a los españoles. Su silencio clamoroso, nos
llena a los creyentes de perplejidad, teniendo en cuenta como se manifiestan
cuando aparecen argumentos tocantes al sexto mandamiento.
La Iglesia católica en España, siguen teniendo un peso de autoridad moral
importante, que puede ser decisivo en asuntos que afectan de forma tan directa
a la conducta moral de los ciudadanos y a la felicidad o la infelicidad de
quienes peor lo pasan en la vida”.
Pero preocupa especialmente el silencio de un sector importante
de la Iglesia jerárquica o la postura condescendiente con las injustas medidas
gubernamentales ante un estado de cosas que entraña tanto dolor e inseguridad
en los individuos y en las familias, y tanta desesperanza ante el futuro incierto
y grave que se nos avecina.
Ante esta actitud, gran parte de opinión pública considera que la
institución eclesiástica se ha integrado en el sistema económico-político
impuesto, y que es parte del sistema, lo justifica, lo legitima, lo defiende y
lo protege. ¿Cómo se puede predicar el Evangelio de Jesús en tales
condiciones? La Iglesia necesita una renovación a fondo y una recuperación
evangélica.
Callarse o hacer declaraciones tibias en esta situación es el peor pecado
de omisión que ahora mismo se puede cometer. Estamos ante un escándalo que
clama al cielo. No se puede comprender cómo nuestros obispos protestan por las
cuestiones que afectan a la moral sexual, tal como ellos la entienden y la
proponen, o por la defensa de sus privilegios económicos y legales, al tiempo que se
muestran insensibles ante el sufrimiento de tantas personas que se
ven obligadas a cargar con el yugo más pesado que los empobrecidos tienen que
soportar. En esto se juega el ser o no ser de la Iglesia. Porque una Iglesia,
cuya jerarquía guarda silencio o se expresa con una ambigüedad pretendidamente
neutral ante una situación tan extremadamente grave, no puede ser la Iglesia
que quiso Jesús de Nazaret”.
Recordamos la figura ejemplar del papa Juan XXIII y el 50 aniversario de la
apertura del Concilio Vaticano II. Cuando las denuncias radicales contra los
poderosos se constituyan en criterio rector de nuestras vidas: la opción por
los empobrecidos, la austeridad, la solidaridad con los marginados, la mesa
compartida con quienes carecen del sustento diario, la compasión con los que
sufren, la justicia y el trabajo por la paz, y renuncien a los privilegios que
les otorgan los Acuerdos de 1979 y que les impide optar por los sectores
marginados.
La corrupción es la base del sistema. No queda nadie honrado porque los tales han ido siendo expulsados o han abandonado incapaces de vivir en un medio ambiente putrefacto. La corrupción ha acabado con las Cajas. Los partidos políticos son mafias legales dedicadas a la mordida y al mantenimiento de los privilegios.
ResponderEliminarLa corrupción es la seña de identidad de la partitocracia, su modus vivendi y su modus operandi. Es una corrupción de casta, en la que todos participan, que empezó por la cabeza y se fue extendiendo por todos los miembros. En el sistema se asciende por mediocridad y por corrupción. Suben los más mediocres y los más corruptos, los más lacayos y los más trincones.
A mí estos corruptos, la verdad, no me quitan el sueño. Son corruptos de un nivel inferior que llegaron a donde llegaron por su exquisita verborrea y que se han aprovechado con astucia y poca vergüenza de la decadencia del régimen. Los que me dan verdadero miedo son los que nunca salen en las noticias porque juegan en una división superior, aquellos que son invisibles para el sistema. Los que son invisibles a los ojos de la ley. Imagínate a un político cuya campaña sea financiada por un par de bancos o cajas de ahorro. El tío gana las elecciones y llega al poder. Si por circunstancias económicas la crisis azota al sector financiero, ¿qué crees que pasará? El banco condonará deudas por un lado a cambio de gigantes inyecciones de dinero público con cargo al PIB por el otro. Un rescate encubierto que esconde un trapicheo que ha venido gestándose desde hace años. Parecido con lo ocurrido ahora con la amnistía fiscal que se fabrico Montoro
ResponderEliminarVerdaderamente resulta inaudito la posición de la iglesia ante este escandalo que afecta principalmente a los más desfavorecidos. Cuando la institución eclesial se aleja tanto de la realidad social el mensaje del Evangelio no se está trasmitiendo. Resulta vergonzoso e inaudito el posicionamiento, que sobre este asunto, tiene la Conferencia Episcopal
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