Muchos jóvenes han crecido con promesas de progreso, pero han encontrado precariedad, vivienda inaccesible, corrupción

Entre el desencanto y la tentación: la juventud ante la fragilidad democrática La democracia, con todos sus fallos, sigue siendo el único sistema capaz de corregirse a sí mismo, garantizar libertades, y permitir la crítica y la participación. Por eso, más que nunca, necesitamos que la juventud se implique: no como espectadores, sino como protagonistas de un cambio. Como sociólogo, no puedo ignorar una inquietud creciente: el modo en que muchos jóvenes, nacidos en democracia, empiezan a mirar con nostalgia —o ilusión— al pasado, buscando respuestas ante los desafíos actuales. En un contexto de libertad, esta inclinación revela un malestar profundo que no debe subestimarse. No hablamos solo de posturas ideológicas aisladas, sino de una desconfianza estructural hacia el sistema democrático. Algunos discursos autoritarios, revestidos de promesas de orden y regeneración, se presentan como solución a problemas complejos. La historia ya nos ha mostrado cómo, en tiempos de crisis...