Peligros del Papa
PARA BOFF, EL PAPA FRANCISCO DEBERÁ DESMONTAR EL SISTEMA CORRUPTO ENQUISTADO.
Por Alberto López
Girondo
Con la renuncia de Joseph Ratzinger, el nombre de
Leonardo Boff volvió a las primeras planas. Nacido Genésio Darci Boff, este
franciscano oriundo del sur del Brasil, había tenido sus controversias cuando
el alemán dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe en el papado de
Juan Pablo II, al punto que lo obligó a dejar los hábitos. Con Benedicto XVI
renunciante, la palabra de Boff volvía a tener vigencia. Mucho más cuando un
latinoamericano era llamado a sucederlo, y eligió el nombre de Francisco. Más que
un nombre, "un proyecto de Iglesia".
De visita en Buenos Aires para
presentar un libro que prologó a su amiga Clelia Luro, Boff habló de este nuevo
modelo que inauguró Jorge Bergoglio en Roma y cuenta por qué, si bien intenta
minimizar la posibilidad, no descarta que el Papa argentino corra peligro a
medida que avance en los cambios que necesariamente la dos veces milenaria
institución debe concretar. "Donde hay poder no hay amor", recuerda
en esta entrevista con Tiempo Argentino.
"Yo creo que, para un teólogo,
lo más importante de Francisco fue que se presentó como obispo de Roma y no
como Papa, y con eso recupera el primer milenio de la Iglesia Católica, cuando
la Iglesia de Roma se presentaba como la primera entre otras, primus inter
pares, la primera entre otras iguales, con la función de coordinar en el amor.
El Papa dice 'Yo quiero gobernar en la caridad', un cambio radical, porque
hasta ahora la tradición del segundo milenio es gobernar con el derecho
canónico, con el poder absoluto, binario, inmediato, tal que si uno borra la
palabra Papa y pone en su lugar Dios, la frase funciona igual. Eso es algo muy
arrogante", explica para abrir el juego.
–¿Cuándo empezaría ese segundo
milenio de la Iglesia?
–El punto de gran viraje fue en 1077
con el Papa Gregorio VII, que escribió un documento que llamó Dictatus Papae,
la dictadura del Papa. Son 33 proposiciones donde dice que el Papa tiene los
dos poderes, uno espiritual sobre la Iglesia y otro temporal sobre las
personas. Ahí fue que se creó la Iglesia como imperio, como sociedad perfecta,
con el agregado posterior del derecho canónico, y eso perduró hasta el Concilio
Vaticano II. De esa sociedad de hermanos se pasó a la Iglesia como sociedad
jerarquizada.
–¿Cómo influye en eso la caída del
imperio romano?
–Tiene que ver con el vacío de poder
que se creó con la ruptura del imperio romano. Nadie garantizaba a nadie y el
Papa era la única figura moral. El primer viraje fue con León Magno, 415,
cuando los bárbaros están a las puertas de Roma.
–…y él negocia con Atila.
–...para lo cual asume el título de
Papa, que era un título de los emperadores romanos. León asume también esa
pequeña capa, la muceta, esa capa que es el símbolo del poder imperial total al
que de entrada renunció a vestir Francisco. Fue una coyuntura histórica, hay
que entenderlo así. Al negociar con Atila empezó esa visión más política, pero
no todavía jurídica. Con Gregorio VII, ahí es política pura y el gran viraje de
la Iglesia romana está en 1077.
–Pero a los pocos años, hacia 1200,
aparece Francisco de Asís...
–Francisco de Asís vive exactamente
bajo Inocencio III, que fue el Papa más poderoso de la Iglesia, porque hasta
Rusia estaba sometida a su dominio. Hay que entenderlo dialécticamente, frente
a una Iglesia de puro poder, gloria y fasto viene un movimiento pauperista, que
son muchos: los valdenses o pobres de Lyon, los dominicos, los franciscanos,
que quieren un Evangelio sin poder, hablando la lengua del pueblo y siguiendo
la escritura sin glosa, sin comentarios. Y no preguntan a Roma, San Francisco
pide solamente seguir el Evangelio y ahí comienza esta dialéctica que se da
hasta la Reforma, que enfrenta a una Iglesia de poder que no le ha hecho nada
bien, porque la ha secularizado, no ha creado estructuras de santidad sino que
facilitó crear el gran proyecto de colonización, que era político, militar y
religioso.
–¿Colonización a nombre de quién?
–A nombre de la burguesía
renacentista. Hay dos cartas de Alejandro VI (Rodrigo Borgia), una al rey de
España y otra al de Portugal, en las que divide el mundo mitad para cada país.
Pueden dominar, matar, conquistar, someter y apropiarse a todos los que no son
cristianos, les dice. Y ellos vienen con ese mandato. El proyecto de expansión
europea es un proyecto único Iglesia-burguesía-Estado-reyes-misioneros. El
efecto es la destrucción masiva de las culturas locales en América Latina,
África, Asia. Ese proyecto del matrimonio entre poder civil y poder religioso
es un matrimonio incestuoso porque no facilita la divulgación del Evangelio. Yo
creo que el último paso de ese pacto es Benedicto XVI.
–Usted dijo hace poco que Ratzinger
se fue porque se dio cuenta de que ya no tenía fuerzas para imponer el modelo
de Iglesia que pretendía.
–Creo que hay varias razones. Una más
subjetiva y personal, que era recristianizar Europa para, desde allí, irradiar
al mundo; no resultó. A los europeos ya no les interesa el cristianismo, lo
tiene a sus espaldas. Los ayudó a crear la cultura, las naciones, pero no es
una fuente de inspiración, lo consideran muy medieval, muy antimoderno, no
tiene democracia ni Derechos Humanos. Lo otro es que su proyecto de Iglesia
–que yo lo escuché en clases con él, pero tiene su origen en San Agustín–
también fracasó. Él piensa que todos los seres nacen en pecado original por la
relación sexual que transmite la vida, por lo cual toda la humanidad está
condenada. Pero Dios tiene piedad y pone una célula a partir de la cual todo se
puede salvar. Esa célula que es como una pequeña iglesia.
–Pero esa célula está totalmente
podrida.
–Ahí está el problema, que el Papa se
da cuenta de que esa célula está llena de ladrones, de homofóbicos, pederastas,
el Banco Vaticano y todo eso. Ve que había un cáncer con metástasis en el
cuerpo eclesial de la curia y que físicamente no tenía fuerzas. Ahí yo vi su
dimensión ética, su gran humildad de crear espacio para que venga otro y, a la
vez, dar una bofetada a la curia romana. Deja un relatorio de 300 páginas sobre
todo lo que ocurre y otro vendrá con más fuerza a curar eso.
–Bergoglio viene de ese territorio
colonizado.
–Del fin del mundo, como dijo.
–Pero no cualquier fin del mundo,
porque él es jesuita. Usted nació en Santa Catarina, muy cerca de donde estuvo
asentado el proyecto más grandioso de los jesuitas, sabe de qué hablo.
–No hay que olvidar que el Papa y el
emperador trabajaban juntos y aquí, en las misiones jesuíticas, se había creado
un Estado, incluso con comercio internacional, porque exportaban, bajo una
visión socialista. Como será que (Charles) Fourier y (Henry de) Saint Simon
dicen que los padres del socialismo fueron los padres jesuitas, porque aquí se
ha practicado el comunismo originario, y eso tenía que ser eliminado porque era
un poder totalmente alternativo a la Iglesia y al Estado.
–¿Cómo puede haber pesado esa
experiencia en los cardenales?
–Pienso más bien que ellos estaban
tan humillados o tan desmoralizados personalmente que nadie quería asumir el
desafío. "Vamos a llamar a alguien fuera de ese manejo que no tiene nada
que ver y que tiene la disciplina de un jesuita y la ternura de un
franciscano", habrán dicho, y creo que es él la persona adecuada para
rescatar a la Iglesia. La misión de Francisco es restaurar una Iglesia que está
en ruinas, como le pasó a la de Asís.
–Usted dijo que la Iglesia del
segundo milenio termina con el Concilio Vaticano II, pero eso fue hace 50 años
y desde entonces la curia hizo todo lo posible por eliminar cualquier sombra de
avance, incluso mediante la expulsión de centenares de curas tercermundistas.
–Creo que esta es la oportunidad de
aplicar el Concilio Vaticano II, que había creado dos instancias de
gobernabilidad que luego se desecharon. Francisco ha nombrado ya a ocho obispos
de varios continentes y creo que va a resucitar la figura del Sínodo de Obispos
con un papel de colegiatura. Por otro lado, en 50 años cambiaron tantas cosas,
en la geopolítica, la globalización, los medios sociales que es una red
inmensa. Se necesita un nuevo concilio y yo espero que sea un concilio de la
cristiandad, no de la Iglesia Católica. Porque tenemos que enfrentar el tercer
milenio con la humanidad unificada. El fenómeno cristiano tiene que estar junto
con el fenómeno budista, el fenómeno hinduista, el fenómeno judío, el fenómeno
islámico, porque juntos pueden alcanzar una dimensión espiritual de la
humanidad, más allá de las diferencias. Espero que haga eso y en forma urgente.
–¿Sigue viva la Teología de la
Liberación?
–Sigue viva porque nació escuchando
el grito del oprimido, del pobre, de la mujer, de los afrodescendientes. Contra
la opresión, liberación. La pregunta nuestra es cómo usar el potencial
espiritual que tiene el cristianismo para salir de la pobreza y de la miseria,
no en el sentido de la filantropía sino reforzando la conciencia para que se
organicen y creen movimientos de liberación. Nosotros partimos de las
comunidades de base, la Pastoral Social del sin tierra, del sin techo. Como los
pobres siguen creciendo en el mundo, esa teología sigue vigente. Siempre que
hay un Foro Social Mundial, una semana antes se hace el Foro Mundial de la
Teología de la Liberación, nunca van menos de 4000 personas de todo el mundo. Y
a partir de los '80, nos dimos cuenta de que no sólo los pobres gritan, la
tierra grita, los bosques gritan, entonces nació la Ecoteología de la
Liberación. Ahora no tiene tanta visibilidad porque no aparecen tanto las
polémicas.
–Pero, por ejemplo, en Brasil la
llegada de un metalúrgico a la presidencia y luego de una mujer no se explican
sin esos movimientos de base cristianos, ¿o no?
–Es un fenómeno nuevo, incluso en
Latinoamérica después de la caída de las dictaduras. Es otro tipo de
democracia, que no es solamente la que representa a la burguesía, son
democracias participativas de cuño popular que por detrás tienen redes inmensas
de movimientos sociales que reivindican y presionan. Y los presidentes vienen
de esa trayectoria y hacen políticas para ese sector. El primero de todos fue
Lula, y él lo dice siempre, que los principales protagonistas no fueron la
izquierda que estaba en el exilio, ni los sindicatos que eran perseguidos por
la policía, fue la inmensa red de comunidades de base, la Iglesia de la
Liberación, la Iglesia de Dom Helder Cámara, que ha sustentado al PT, que ha
fundado al PT como un instrumento político para avanzar en los derechos. Eso
está en la raíz en todas las democracias de América Latina que tienen políticas
más populares y la base social que sustenta esas democracias es realmente el
pueblo organizado.
–¿Cómo pueden influir en los pasos de
Francisco los poderes fácticos, el establishment mundial, por así decirlo?
–Yo creo que él ha dado muestras de
que su deseo es crear una Iglesia pobre para los pobres. A mi juicio, va a
hacer un desplazamiento de la Iglesia para la humanidad, el planeta Tierra, el
sistema de vida, que están grandemente amenazados. El problema central no es
qué futuro tiene la Iglesia sino qué futuro tiene la humanidad y cómo las
iglesias pueden ayudar a pensar ese futuro. La geopolítica supone una especie
de gobernabilidad global del planeta que no existe, lo que existe es el imperio
americano. Y creo que Francisco tiene lucidez para escaparse de un alineamiento
de los intereses de los pudientes del mundo, porque va a intentar hablar desde
las víctimas, desde los pobres.
–Pero va a tener que oponerse a un
status quo. Y no sería la primera vez que eliminan a un Papa...
–Cuando hay concentración alta de
poder, siempre aparece un antipoder que intenta disputar. Cuando son poderes
muy concentrados, se utilizan todos los medios, se transforman en un poder
maquiavélico, donde se utiliza la corrupción, o incluso la eliminación física.
La última versión que circula y que Pérez Esquivel nos comunicó recién es que
Ratzinger estaba amenazado de muerte y, para escaparse de eso, renunció.
–¿Amenazado por quiénes?
–Por un grupo de la mafia que está
metido en el Banco Vaticano, lavado de dinero y cardenales que les daban la
cobertura. El Papa ya adelantó que la Iglesia no tiene necesidad de tener un
banco, puede acudir a bancos éticos, que hay muchos. Eso sería desmontar el
sistema y sería la medida más directa y más indolora.
–¿No corre riesgo su vida, entonces?
Si lo amenazaron a Ratzinger…
–Yo creo que no se debe excluir esa
posibilidad, porque sabemos que Juan Pablo I discutió con los cardenales la
eventualidad de salir del Vaticano para tener una vida más sencilla y dos días
después apareció muerto. No es imposible, pero él ha tomado medidas muy sabias.
Abandonó el Palacio Vaticano, vive en la casa Santa Marta, come en conjunto con
los demás.
–O sea que eso no sería sólo una
medida de austeridad...
–Come con otros; si va a morir,
mueren 30 o 40 con él. Pero deberá cuidarse. «
Clelia luro: el amor más fuerte
Jerónimo Podestá fue obispo de Avellaneda y cuando
tuvo que elegir entre su amor por una mujer y una institución no dudó y se fue
a vivir con Clelia Luro, en 1967. Murió en 2000. Ahora Clelia presenta la
última edición de sus cartas con el subtítulo Testimonio de 50 años de lucha
política y eclesial.
“La historia del libro se terminó en el '72
pero cuando murió Perón, Granica, que tenía los derechos, tuvo miedo y
exportó tres ediciones a España. Cuando volvimos del exilio le preguntamos qué
había pasado y nos dijo que había quemado los libros porque allá estaba
Franco. Ahora lo actualizamos y puse cartas entre nosotros en el exilio y
cartas a otras personas. Hay cartas a los presidentes, cartas políticas, una
carta que le mandé a Hugo Chávez, otra al director de La Nación hablándole de
la libertad de prensa, a Maradona cuando estaba en el problema de la droga y
también a Bergoglio, que fue el único que cuando murió Jerónimo le llevó al
sanatorio la unción de los enfermos.
Un nombre que lo salvó de la dictadura
–¿Por qué Leonardo?
Me pusieron así cuando ingresé en la
orden, por San Leonardo de Port Mauricio, un santo muy curioso del siglo XVII,
misionero, que se ponía semidesnudo y se autoflagelaba y convocaba a todo el
pueblo a las lágrimas y así confesar. Pude haber vuelto a mi nombre original,
pero para mí fue muy útil en tiempos de la represión incluso en Argentina,
porque cuando vine en el '77 buscaban al autor de Jesucristo Liberador. Yo era
Genesio Darci Boff, a Leonardo Boff ni lo conocía (risas) sería otra persona.
En Uruguay me tuvieron que acompañar una vez hasta adentro de un avión porque
un guardia se había dado cuenta de que era la misma persona. Eran tiempos en
que, cuando agarraban a un teólogo de la Liberación, lo torturaban y lo mataban,
era muy peligrosa la vida entonces.
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