Especulando con el hambre
EL LIBERALISMO
ECONÓMICO HA ESPECULADO CON EL HAMBRE
Hay 870 millones de personas que sufren desnutrición
crónica. Según Unicef: cerca de 6400 niños mueren al día de debilidad, lo que
equivale a más de cuatro niños por minuto.
Ciertos bancos europeos y alguno concreto de España se
presentan como solidarios y están especulando con los alimentos. El
encarecimiento con los alimentos actúa como arma letal en muchas zonas del
planeta, provoca un genocidio silenciado por la inmensa mayoría de los medios
de comunicación.
Esta desdicha que se suele representar como
inevitable, tiene causas. Entre ellas, tal como detalla la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se encuentra al
menos una evitable: la especulación alimentaria, que provoca una continua
fluctuación de los precios de mercado.
El mayor banco alemán, ha especulado con el precio de
los alimentos. Se trata de un claro ejemplo de la tendencia que se practica
desde hace unos años. Numerosos bancos de inversión acuden a la Bolsa de
Chicago para acceder a los mercados de materias primas y apostar a cuánto
subirá o bajará el precio de algunos productos básicos. Los responsables de la
organización de fomento justifican su conducta con el pretexto de que no se ha
podido probar de forma real la relación directa entre esta especulación y la
subida de los precios de los alimentos. El Parlamento Europeo, que atribuye a
los movimientos especulativos el 50% del incremento del precio de los
alimentos. Asimismo, el Banco Mundial reconoce que en el mismo período
surgieron 44 millones de nuevos hambrientos en el mundo por culpa de las
operaciones de bancos y otros fondos inversores en este sector. Los inversores están convencidos de que los precios de las materias
primas aumentarán y apuestan por la subida de los precios al adquirir grandes
cantidades de diversos productos. Aunque estas materias no acaban en sus manos,
en el mercado ocurre como si las reservas descendieran, lo que provoca el
aumento en los precios.
Las prácticas especulativas a muy corto plazo que
distorsionan el mercado. Esta subida incesante de los precios origina una
burbuja alimentaria a la que Naciones Unidas propone implantar una autoridad de
vigilancia de mercados para impedir que los precios se hundan o se disparen.
Uno de los casos paradigmáticos es el del maíz, con un
incremento del 94% en su precio entre 2010 y 2011. Este cereal es un elemento
básico en la alimentación de las personas y en la composición de piensos para
ganado.
Lo más trágico se produce cuando estas fluctuaciones
inducidas de los precios afectan a personas y familias que destinan a comida el
80% de sus ingresos. En muchas zonas, sobre todo en África subsahariana, las
familias se ven obligadas a vender el poco patrimonio que tienen para poder
comer. Hipotecan su futuro y de paso contribuyen sin quererlo a crear grandes
haciendas para multinacionales que ya llevan años coleccionando hectáreas para
su uso y disfrute. Estas empresas producen bienes en las baratas plantaciones
africanas y los exportan a Occidente junto con productos alimenticios como la
soja o el aceite de palma. Las materias primas, que podrían servir de alimento,
se utilizan como biocombustible. Aumentan la escasez y los precios.
Por lo tanto la supuesta inversión de la que tanto se
alardea contribuye a la creación de oligopolios y desplaza a los comerciantes
locales. El llamado liberalismo económico ha llegado demasiado lejos. Hace una
década podían especular con materias primas alimentarias operadores y productores
del sector de forma exclusiva. Esto contribuía a establecer un equilibrio en
los precios. Hoy cualquiera puede ponerse a negociar con estas materias como si
de un juego se tratara. Con la especulación, los intermediarios ganan y los
productores y consumidores pierden.
La defensa de la libertad de mercado no puede servir
como excusa para no garantizar conseguir alimentar a toda la población global:
Los precios los deben fijar los países productores y consumidores y no la
bolsa. La especulación es una práctica dudosa, actúa como arma letal en muchas
zonas del planeta y provoca un genocidio silenciado por la inmensa mayoría de
los medios de comunicación.
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