La basura hay que quemarla en la plaza del Ayuntamiento
SEGUIR DANDO “LA MATRACA”
Aunque el hedor sea ya insoportable, hay que celebrar que la basura generada por la clase política salga a la superficie, porque eso significa que las bombas de achique que la sociedad ha generado, funcionan en los momentos de alto riesgo para nuestra democracia.
Se
da por descontado que el poder puede llegar a ser una fuente inagotable de
perversión y latrocinio, pero también es verdad, que la democracia puede ser una
buena máquina fagocitadora de la clase política abusona y sirva en bandeja de
plata a aquellos políticos y políticas que profanaron su poder y nos quitaron
una buena parte de nuestros impuestos y otras cosas que nos pertenecen.
El
primer decreto de un dictador consiste en impedir que la corrupción emerja a la
superficie para atribuirse el mérito de haber regenerado el sistema. Se trata
solo de una apariencia. La mierda permanece sumergida. En España la asfixia
social que produce la corrupción ha llegado al límite.
Algunos medios de
información y las redes sociales sacan cada día al portal la correspondiente bolsa de basura, mejor
o peor clasificada, según su estilo, una basura que nadie recoge. Es como si en
una huelga las bolsas negras malolientes acumuladas en las esquinas obligaran
al ciudadano a transitar con mascarilla e incluso amenazaran con impedir la
circulación.
Debemos
felicitarnos porque las bombas de achique funcionen, pero aquí ningún partido
político se hace cargo ni se siente responsable de la basura amontonada en la
calle.
El humor y la sátira corrosiva contra el poder sirven de escape, pero en
esta sociedad atormentada por la crisis el sarcasmo ya no vale. El escándalo de
la corrupción creciente, agobiante y reiterada está a punto de provocar un
salto cualitativo en la convivencia. Puesto nuestra clase política no asume la
obligación de recoger la basura propia es posible que la ciudadanía decida
quemarla en medio de la plaza del Ayuntamiento en un ritual público de purificación
del sistema democrático y de libertades.
En
este país y en este pueblo los partidos políticos están jugando con fuego. Sin
necesidad de invocar al profeta Isaías habrá que advertir que se acerca el
momento en que una chispa, cualquier desgracia imprevisible, puede sintetizar
toda la frustración, la cólera y el odio suspendidos en el aire, alimentados
por la miseria, y producir una descarga explosiva, que se llevará por delante,
no solo a esa pandilla de políticos y políticas golfos y golfas, sino el sueño
de un país que un día apostó por la libertad y la democracia.
Mariano Rajoy aseguró ayer que, de conocer alguna irregularidad interna en su partido, él sería el primer interesado en actuar. No hizo comentarios sobre las cuentas suizas del extesorero Luis Bárcenas, ni sobre las sospechas de que este había organizado un sistema de pagos en dinero negro a dirigentes del PP, remitiéndose a las declaraciones de otros dirigentes que se refugian en el “no me consta” o al trabajo que haga la justicia al respecto. Pero la hora es grave, y está muy claro que las últimas revelaciones marcan un antes y un después. La respuesta obligada a los últimos escándalos era la apertura de una investigación interna sobre la gestión de Luis Bárcenas como gerente y tesorero del partido, y en general sobre las cuentas del PP, y ese fue el anuncio realizado por la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
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